Una gran desconocida

Actualmente, la causa de la ELA es desconocida. A día de hoy, los factores genéticos y la exposición a metales pesados o productos químicos relacionados con la actividad laboral son algunos de los posibles factores de riesgo que se valoran. Otros factores como el aumento de la actividad física o situaciones de especial desgaste se consideran factores desencadenantes de la enfermedad. Todos estos factores no son concluyentes, y las características de las personas que tienen más probabilidades de padecer la enfermedad son aún desconocidas.

Detección difícil, largas esperas

El diagnóstico es fundamentalmente clínico, es decir, no existe ninguna prueba específica que determine que un paciente padece esta enfermedad. Esto se debe a que muchos de los síntomas son fácilmente atribuibles a otras enfermedades, haciendo muy dificil su detección, ya que los profesionales pueden confundirlos fácilmente con otras patologías. La complejidad del proceso de diagnóstico provoca demoras de más de un año hasta obtener el resultado definitivo, lo que provoca un enorme estrés emocional en el paciente, y retrasa el establecimiento de pautas o tratamientos que podrían mejorar su calidad de vida.

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